Muchas lunas han pasado desde mi último post, principalmente la falta de hábito, pero también culparé a mi dulce maternidad y a mi a veces odioso trabajo.
Cinco años han pasado desde aquel maravilloso 23 de Abril en que me convertí oficialmente en madre y una de las cosas que más disfrutamos mi hijo y yo, es la la lectura. Es asombroso ver el entusiasmo con que mi hijo llega a las 8 de la noche a la cama para dormir, sube a su silla para sacar su libro --- no su cuento --- su libro; y leer el capítulo que sigue, recordamos tirados en la cama que sucedió con el "Capitán Calzoncillos" la noche anterior, y nos mordemos las uñas de la curiosidad por saber que sucederá. Leemos cuentos y ahora libros desde que él tiene tres años, casi todas las noches, sólo dejamos de leer cuando el sueño lo venció antes de lo pactado y su entusiasmo por su libro es tanto o más que aquel que tiene cuando lo llevamos a comer pollo a la brasa.
La lectura jamás fue un hábito en mí; así que no hablo con autoridad, sino con remordimiento, estoy aprendiendo a leer y disfrutar la lectura con mi hijo. Claro está que mi lectura favorita sigue siendo los libros de Odontopediatría y los Journals, pero he incluido en mi biblioteca a Fray Perico y al Capitan Calzoncillos, gracias a la estupenda iniciativa de un Diario que cada martes entrega una colección de libros para niños del Barco de Vapor.
Hoy, mi hijo de 5 años lee casi perfecto sin que haya sido entrenado para ello, que no hace màs que probar que los seres humanos somos capaces de TODOOOO, solo necesitamos la oportunidad... Reflexionemos sobre aquello.
Cinco años han pasado desde aquel maravilloso 23 de Abril en que me convertí oficialmente en madre y una de las cosas que más disfrutamos mi hijo y yo, es la la lectura. Es asombroso ver el entusiasmo con que mi hijo llega a las 8 de la noche a la cama para dormir, sube a su silla para sacar su libro --- no su cuento --- su libro; y leer el capítulo que sigue, recordamos tirados en la cama que sucedió con el "Capitán Calzoncillos" la noche anterior, y nos mordemos las uñas de la curiosidad por saber que sucederá. Leemos cuentos y ahora libros desde que él tiene tres años, casi todas las noches, sólo dejamos de leer cuando el sueño lo venció antes de lo pactado y su entusiasmo por su libro es tanto o más que aquel que tiene cuando lo llevamos a comer pollo a la brasa.
La lectura jamás fue un hábito en mí; así que no hablo con autoridad, sino con remordimiento, estoy aprendiendo a leer y disfrutar la lectura con mi hijo. Claro está que mi lectura favorita sigue siendo los libros de Odontopediatría y los Journals, pero he incluido en mi biblioteca a Fray Perico y al Capitan Calzoncillos, gracias a la estupenda iniciativa de un Diario que cada martes entrega una colección de libros para niños del Barco de Vapor.
Hoy, mi hijo de 5 años lee casi perfecto sin que haya sido entrenado para ello, que no hace màs que probar que los seres humanos somos capaces de TODOOOO, solo necesitamos la oportunidad... Reflexionemos sobre aquello.